Hubo una vez, en un pueblo muy pequeño, antiguo y no muy
colorido, situado cerca de los Pirineos, donde vivía una pandilla de amigos,
compuesta por cinco niños muy deportistas. Sus nombres eran Jorge, Javi, J.
Manuel, Jacob y J. María.
Jorge
era listo y ágil, al que le gustaba
mucho hacer deporte, como: escalar, jugar al fútbol, al baloncesto...
Javi era el
más inteligente de la pandilla, y lo que más le gustaba era ir a la playa, por
supuesto, a pescar.
J. Manuel
era el más rápido y ágil de la pandilla, y lo que más le gustaba hacer era
montar a caballo.
Jacob era el
más resistente, y lo que más le gustaba hacer era jugar con las consolas.
J. María era
el más gracioso y divertido de la pandilla, lo que más le gustaba era hacer
reír a sus amigos.
Un día
decidieron ir de excursión al pico Aneto. Era invierno y estaba todo nevado,
con lo que sería muy difícil andar, pero se propusieron el reto y lo llevaron a
cabo.
El primer
día recorrieron diez kilómetros. A la mañana siguiente, el primero que se
levantó fue Jorge, salió de la tienda de campaña a observar las condiciones atmosféricas y el paisaje. El tiempo era bueno y
el paisaje precioso. De repente Jorge vio que algo se acercaba y despertó a los
demás. Todos se quedaron sorprendidos. Cuanto más se acercaba más miedo tenían.
Agudizaron la vista, y Javi dijo: -Creo que
es un lobo.
Y J. María
asustado gritó:-¡No puede ser!
Unos segundos más
tarde ya se veía claro y todos exclamaron:-¡Es un lobo!
Se asustamos y se
metieron dentro de la tienda de campaña. Al cabo de unos minutos J. Manuel
decidió salir a mirar. Una vez fuera vio al lobo
ahí, pero decidió no asustarse y ver como reaccionaba. Al cabo de un
rato también Jacob decidió salir y se encontró a J. Manuel jugando con el lobo.
Ya salieron todos y empezaron a caminar con el animal. Ese día anduvieron unos
quince kilómetros, por la noche
decidieron ponerle nombre. Lo llamaron Uno, por ser el primer lobo que habían
conocido. A la mañana siguiente todos se despertaron a la misma hora,
desayunaron y volvieron a empezar a andar.
Las condiciones atmosféricas de ese
día no parecían muy buenas; a los dos kilómetros empezó a nevar y a hacer un
viento bastante fuerte, decidieron parar porque podría ser peligroso. Tras dos
horas esperando, el tiempo mejoró. Decidieron seguir andando y al poco tiempo
hubo un avalancha. Se les vino una gran cantidad de nieve encima y quedaron
sepultados y cada uno por un lado. Al cabo de un rato J. María y Jacob salieron
de la nieve y entre los dos encontraron a Uno, al lobo. Más tarde vieron un brazo y entre los
tres comenzaron a retirar la nieve y
consiguieron sacar a Javi. Solo faltaban Jorge y J. Manuel. No los encontraban
por ninguna parte, porque habían sido arrastrados por la avalancha. Ambos se
habían encontrado cuando ésta se detuvo. Estaban desorientados. Comenzaron a
caminar y después de un rato encontraron una cueva donde se podrían refugiar
para pasar la noche.
Los otros niños
buscaban desesperados, pero no los encontraban por ninguna parte. Javi pensó
que lo mejor sería no buscarlos más, porque conociéndolos, seguro que podrían
salir ellos solos, y que lo mejor sería acampar allí.
A la mañana
siguiente Jorge y J. Manuel vieron que la cueva era muy profunda. Decidieron
adentrarse más en ella, y un poco más adelante se encontraron cinco lobos. J.
Manuel hizo que se fueran con ellos, de repente Jorge vio algo y dijo: -¿Qué es
eso?
J. Manuel
contestó: - No lo sé. Parece que es un trineo de los que van tirados por lobos.
Entre J. Manuel y
Jorge engancharon los lobos al trineo y se subieron a él. El trineo comenzó a
moverse tirado por los animales. Continuaron moviéndose hacia dentro de la
cueva.
Los otros niños y
Uno siguieron el trayecto hacia el pico. Al final del día llegaron a la cima.
Javi, el más listo de la pandilla, pensó, y así se lo dijo a sus compañeros,
que debían acampar allí, para ver si a la mañana siguiente aparecían sus
compañeros perdidos.
J. Manuel y Jorge
no descansaron ni un momento, porque querían llegar cuanto antes. Al cabo de
tres horas llegaron al final de la cueva. Cuando salieron era de noche y vieron
una tienda de campaña a lo lejos,.Se acercaron, se asomaron a la tienda y
comprobaron que eran sus amigos.
Jorge le dijo a
J. Manuel:-¿Les gastamos mañana una broma por la mañana?
-¿Cuál?- Preguntó
J. Manuel
-Por la mañana,
fingimos que los lobos nos están comiendo, y no hacemos los dormidos.- Contestó
Jorge.
-¡Vale! -
Respondió J. Manuel
Por la mañana, J. Manuel y Jorge llevaron a
cabo su broma. Al despertarse sus amigos se asustaron mucho y fueron hacia
ellos para ayudarlos. De pronto Jorge y J. Manuel se levantaron y se empezaron
a reír. Y les explicaron que todos los lobos eran tan mansos como Uno.
Clavaron una
bandera, con una foto suya y los lobos, en la cima del pico Aneto. Descansaron
un buen rato y decidieron regresar. La bajada fue divertidísima y rápida con el
trineo. Ya en el pueblo todos preguntaron a sus madres si se podían quedar con
un lobo cada uno. Sus madres se lo permitieron; pero claro, sobraba un lobo,
porque eran cinco niños y seis lobos. J.
Manuel que era al que más le gustaban los animales, y más espacio tenía en su
casa, se quedó con el sexto animal.
Desde
entonces vivieron muy felices. Todos los días, después del colegio y de
terminar los deberes quedaban para jugar todos juntos, y se lo pasaban muy
bien.
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